Leí en algún sitio ‘al fin ha sucedido, hoy no tengo nada que escribir’, o algo parecido, y me callo que cuando te siento tan cerca me nace la irresistible necesidad de describirte en mi cuaderno con palabras o trazos o sombras mientras te miro, me miras, y te aguantas, o no, las ganas de reírte de mí, desconociendo, insistes, que mis relatos nacen de esas huellas que en tu vida, tus propias historias, dejaron en tu rostro y que me cuentan, añadiéndome a lo relatado, además, y con detalle, palabras de tus labios.
Sigo sintiendo algo de frío tan alejado de ti, no importa la distancia. Mi cuerpo se desmorona porque equivoqué las instrucciones de uso. El sueño me vence y me secuestra, me lleva a su terreno. Me agotan, confunden, te digo, me dispersan las frases largas, siempre fui lacónico ¿no era al revés?, preguntas y yo divago tanto como me puedes soportar y tu paciencia, lo sé, es escasa, me temo. Escucho mis latidos, atentamente, y los comparo con los tuyos imaginando ritmos. Escribo listas para recordar las mismas cosas apuntadas en alguna lista que olvidé, mi memoria desvaría, juega al olvido, así es como disfruta.
Leí en algún sitio, te decía, mientras volvía a mirar buscando ese lugar donde perderme, allá, al otro lado, lejos, a través de la ventana, dejando, a medias de leer, tu carta.

Me gustan muchos estos relatos introspectivos, certeros por su intimidad…
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Agradezco tus palabras. Un abrazo.
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