Servidas las copas, cruzado frases y sonrisas, soslayado una mirada que, se dice ¿por qué ahora?, decide, sin sentarse entre todos, desgajarse y caminar hacia el rincón más apartado, lejos y con ventana donde poder mirar a su través, sin rabia, con indolencia; donde mirar, con ojos de espectador pretérito, lleno de hastío, la misma noche oscura que habitamos; donde mirar la noche transitada por los mismos versos, detenidos en la calle, que le abandonaron.

Deja una respuesta