Insistía, a pesar de la mediocridad de la que era consciente, en dibujar o, más bien, copiar fijándose de otros dibujos; y escribiendo textos breves cuando todos le olvidaban y que nadie leía, siempre fuera de las horas de trabajo. Su empeño era más por demostrar que sin estudios y a su edad podría, si no ganarse la vida, al menos cierto reconocimiento. Ya no decía que era por sus carencias, aunque reconocía que cierta necesidad había en aquello de insistir con la escritura. Y escribía, sí; y leía, también, aunque sin entender que con tan pocas horas y tan pocos días le era absolutamente inconcebible por qué volvía una y otra vez a estar como al principio con todo olvidado, tachado y roto en mil pedazos.

Le felicito Don Aurelio 👌
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Muy agradecido, Don Antonio. Un saludo.
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