Hace ya mucho que no suelo hablar con nadie como solía hacerlo a los dieciocho o veinte años; paseando hasta las cuatro de la madrugada; escuchando y sintiendo que me escuchaban, sin saber que esos momentos ya no volverían, no como entonces, no, ya no serían lo mismo. ¿Y ahora?, ahora suelo escuchar, sonrío, soy amable. Siempre estoy bien, si me preguntan o, si logran entrar porque les permita, ni bien ni mal y callo un segundo, y soy yo entonces quien pregunta, comenta, distrae hasta que ya no existe un interés por mí porque hace ya mucho que no suelo hablar con nadie como solía hacerlo y lo echo de menos, aunque ahora no quiera hablar con nadie y hable mucho, sin embargo, y a pesar mío; pero conversaciones de esas que llaman de ascensor, donde las bromas, donde me cuentan, donde se desahogan porque no todo es bromear aunque solo a veces sí son risas y otras veces sí son tristezas. Se me da bien escuchar y algo de consuelo sí doy, o apoyo; pero de mí no sale nada más, apenas. Y cuando alguna vez me siento con la obligación de abrirme, porque presionan, porque reprochan, porque quizá me importe quien de algún modo me acorrala con todo el derecho, o el temor, sucede que, sin querer y cuando me abro, me descubro más tarde y me callan sin saber que lo hacen, me callan cuando quiero contar algo personal de mí y vuelvo a callar, enmudezco, porque no importa, ya no me importa, y no duele porque hace ya mucho que no suelo hablar con nadie como solía hacerlo, hasta las cuatro, escuchando, solo escuchando y sin saber…

Muy bueno. 👌
Me gustaLe gusta a 1 persona
Se lo agradezco.
Me gustaLe gusta a 1 persona