Ana cierra la puerta, ya está del otro lado, sola, bajo un cielo a punto de verter sus aguas, pero no cede, aunque dude, y se dirige a la cancela para sacar su coche mientras comienza el preludio, gota a gota, de una lluvia anunciada. A punto de marcharse ve a su izquierda, dentro ya de su coche, el rostro de alguien ocultándose en las sombras. Un escalofrío le recorre el cuerpo y duda, marcharse o avisar a Juan. Resuelve, con grave precipitación, la lluvia que deforma y desdibuja. Activa el limpiaparabrisas e inicia la marcha, ‘vuelvo enseguida, Juan’.

Deja una respuesta