Símil geométrico

Quiero escribir pero, de momento, no se me ocurre nada. Bien es verdad que le he dejado el peso de esta actividad a la ventura, la inspiración, los hados o lo que sea que carguen, o les demos esa carga. Una tarea en la que yo debo ocuparme con, a saber, lecturas suficientes, búsqueda, meditación,... Leer más →

Y en silencio

Paró un vehículo frente a las puertas de un pequeño bar donde trabaja un camarero de mediana edad que, a esas horas, está solo y aprovecha tan mudable soledad para recobrar el orden y limpieza del local antes del próximo oleaje (sonreía por su ocurrencia) que le llene, ensucie y desordene, hallándose a salvo, entonces,... Leer más →

Ya nadie mata al mensajero

Hay quien lo tiene claro y sabe por qué escribe. Hay quien lo tiene claro y goza, o sufre, en proporción dispar. Yo era uno de aquellos, de los primeros, de los que lo tenían claro, qué tiempos, gozase o no de la escritura. Gozaba escribiendo porque sufría de amor, o por su culpa, y... Leer más →

Corre, corre

Cuando el observador lo vio se llevó una mano a la boca para contener un grito, una exclamación o contener las energías necesarias para recorrer una distancia impuesta y comunicar que lo ha vuelto a hacer, que lo ha hecho, lo sigue haciendo y corre, corre precipitadamente, golpeando, golpeándose, doliéndose con los impactos, con los... Leer más →

Ana, y alguien al otro lado

Ana cierra la puerta, ya está del otro lado, sola, bajo un cielo a punto de verter sus aguas, pero no cede, aunque dude, y se dirige a la cancela para sacar su coche mientras comienza el preludio, gota a gota, de una lluvia anunciada. A punto de marcharse ve a su izquierda, dentro ya... Leer más →

Alguien, al otro lado

Alguien, al otro lado de la calle, lee en voz alta un viejo libro. No lee mucho, ni muy deprisa porque se distrae mucho y con cualquier cosa, ya sea un ruido, una voz, sus fantasmas, por eso lee, se obliga a leer. Alguien, al otro lado de la calle, se queda suspendido en el... Leer más →

Juan y Ana

Sintió el abandono de Ana, su alejamiento abriendo, Juan, sus ojos en vano, pues nada distinguía, pero no se alarmó ya que supuso que no aguantaría acostada ni un minuto más. Buscó, a tientas, la manta que Ana rechazaba siempre (demasiado calor, decía), cerró sus ojos y se arrebujó en la cama, aún era pronto... Leer más →

Ana y Juan

Persistía la oscuridad cuando despertó Ana. Quiso saber qué hora era. Temía que fuera insomnio, otra vez, pero aliviada vio que no fue su despertar desvelo, sino rutina. Eran las siete de la mañana. Salió despacio de entre sus sábanas y se dirigió al baño, a tientas. Dos horas más tarde entró Juan recién levantado,... Leer más →

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