Debía madrugar y solo durmió cinco horas. Un día duro no fue, largo quizás, un turno de ocho horas, algún descanso, un café, algo que comer. Quería llegar a casa, que dieran ya las dos, comer y volver a la escritura empezada tantas veces como olvidaba esa historia, tan nueva y distinta y fugaz e... Leer más →
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