Sale a la calle. Acusa el frío intenso, tose, se abrocha hasta el cuello, su abrigo. Mira hacia arriba. Ve las mismas motas titilando, algunas nubes. Camina. Tampoco hoy le apetece acompañar a nadie y pasa de largo, sin mirar, sin escuchar. Algo les une, como si fuera un fuego en medio de la oscuridad. No quiere reprochar, ya no. Defiende sus fronteras que miran con recelo, o respetan, no sabe y no le importa, él sigue caminando. Un poco más tarde, igual que sucede en otras ocasiones, algo le sobreviene o surge o cruza a través de él o, quizá, es él el que traspasa no sabe qué que asusta, a veces, y ve, o quiere ver lo que desea o teme o sueña o desconcierta. Hay gente por las calles, aún no es demasiado tarde, gente con la que se cruza sin mirarle, extrañarse o asustarse. No está loco, ni enfermo, ni es peligroso. Mientras camina recuerda sus primeros viajes en tren. Algo de aquellos tiempos regresa. Ve, delante de él, a unas decenas de metros, una columna blanca, de humo. Los sentidos alertas. No piensa en regresar a casa, aunque hacia allí se dirija. Busca en el cielo infructuosamente, hay demasiada luz aquí, en la tierra. Entonces le ve, al maquinista. Casi tropieza. Vuelve a mirar y no ve a nadie. Su imaginación juega con él y compone, con fragmentos, sus recuerdos. Y llega a casa un tanto cansado y defraudado. Se cambia de ropa y se echa en la cama. No duerme. Da un par de vueltas en la cama, enciende la luz, se incorpora, calza y se dirige a la cocina. Bebe un poco de agua. La luz de la cocina parpadea, precede a un apagón que llega y que, quizá, no dure. No hay que preocuparse, pero es mejor estar seguros y aguardar. Su curiosidad le lleva hasta acercarse a una de las ventanas para observar la oscuridad de la calle. Apagón general, una avería, cree. Vuelve a la habitación y se abriga, quiere abrir la ventana, sentir el frío. Con una o dos intermitencias vuelve la luz. En medio de aquella oscuridad destellan, parpadean casi todas las ventanas. En una de ellas, como al cruzar con otro tren, fumaba el viejo maquinista.

Estupendo blog, Aurelio. He leído algunos de tus relatos y son una verdadera joya. Lo dicho, ya te he enlazado por wordpress, con mi espacio 200mghercianos. Un abrazo y nos vemos por estos lares…
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Gracias. Me alegran y sorprenden, tus palabras. Nos veremos, sin duda, por aquí. Un abrazo, también, para ti.
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Escribes muy bien. Gracias por formar parte ahora de mis lecturas. He leído varías entradas muy interesantes, intimistas dibujos .. inspiradores bocetos surrealistas, y además de contar con un extenso vocabulario, escribes lento, cadencioso. Este ritmo me apabulla. Otra vez gracias, y .. ¡hasta luego! . ✨✨
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Gracias, Diana, es un soplo de aire nuevo, fresco, alentador que aclara mi camino. Nos leemos. Un abrazo
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Otro para ti ✨✨
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