Le observa, a él, a Lu, que apenas si se detiene o se sienta o consume bebida alguna, atento a las mesas, a las conversaciones, a los gestos y miradas, vigilante, protector, solícito ¿por qué?, se pregunta Eva observando en derredor el trato amable, dilecto, precavido con que le corresponden, respetando su casi ausencia en el grupo, su aislamiento tolerado y doloroso antes que su alejamiento o pérdida y como Lu, el resto elige su papel que con honestidad cumple continuando la conversación, las risas, proyectos de viajes, de trabajo y encuentros de miradas que no olvidan. Pero ¡qué tarde es!, se oyó mucho después sobre las otras voces y comienzan las disculpas, las justificaciones, los ¡no me olvides!, poniéndose de pie, abrazándose, besándose, andando lento hacia la puerta del café resistiéndose a salir hasta la obligación que, invisible, tira de una, de otro, del resto y ahí no queda más que un recuerdo que, tal vez, los vuelva a reunir en otro instante. Todos intentan regresar a sus asuntos, casas, personas, todos lo intentan, todos, pero hay quién con malestar y con resaca y rabia, no logran, por tanto esfuerzo, por tanto sacrificio.

Sigue siendo Eva, sigue habiendo matices.
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¿Me ayudas con los matices…?
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Menos adjetivos y más historia.
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Espero que no te haya molestado mi comentario.
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Por favor, estoy encantado con tus comentarios. Tienes razón. Recomiendan guardar antes de publicar, releer mucho más tarde, corregir o retocar y, quizá, publicar o volver a guardar.
Me gustan tus comentarios, me gusta que comentes, siento que lo que hago da para unas palabras. Ayuda. Gracias sinceras.
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