Sale de casa uno, ella, alguien, o de un café, una crisis, o de un exposición de, ¿a qué vine aquí?, se pregunta y camina, deambula, no conoce a nadie y tampoco quiere, pero una voz que nombra, que inquiere, que apropia arrastra su cuerpo con fuerza sobrehumana ¡no, espera!, viendo frente a sí un rostro sonriente, conocido, y a ambos lados, por la cintura, por los brazos, alrededor del cuello, conducen sin violencia, con sorpresa, hasta un nutrido grupo que celebra el encuentro, de nuevo, después de ¿cuánto tiempo?, es difícil calcular porque es confuso, nadie recuerda, jamás se despidieron y se sientan todos ahora alrededor de unas mesas llenas, antes del rapto, de su secuestro, de una ficción entretenida y breve, con tazas de café, cervezas y refrescos, Eva no sabe casi qué hacer, a quién contestar ni qué decir de sí, de este presente, dentro de un paréntesis de casi año y medio que lleva perdida, deambulando, y quiere terminar, por fin. Pero no le apetece oscurecer tanta alegría como encuentra y calla, sonríe, intenta participar, ser una más, diluirse con todo aquello, desaparecer. Algo más tarde, sucede, y más calmada, que hace balance y algo no cuadra en el número y los rostros y calla, aguarda, porque teme preguntar porque teme las respuestas, y calla, alguien quizá, algo, arroje luz y aclare por qué estaban, estamos, y no coinciden rostros, algunos rostros, con recuerdos. Ve llegar al grupo a alguien, que llaman Lu, con tazas de café que distribuye y se saludan, ahora tú, se dice Eva, confusa.

Bonito texto, con algún matiz.
Bonito el nombre de la protagonista.
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Me alegras… ¿qué matiz…?
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Creo que te pierdes mucho con tantos adjetivos. Es mi humilde opinión
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Gracias. Tomo nota. Pruebo maneras de escribir. Tampoco espero, releo y corrijo. Gracias, de nuevo.
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