Satisfechos su estómago y oídos, sonriente por sus dos copas de tinto, sucumbió indolente a una cabezada, es solo un momento y sin levantarse de la mesa, pues la recogería después, se dijo, durmió.
Llegar al piso, ascender, llamar y abrirle alguien sin rostro, efigie permisiva y enigmática que no pregunta, alcanzar a duras penas los pedazos prescindibles de un pasado que a nadie, ni siquiera a él, interesan ya, y regresar, Ulises maltrecho, ignorado y solo, con su carga y un error, escrito en verde, en su bolsillo.
Sueña y despierta sin agitación, ahora lo sabe, alguien se equivocó, pero no se planteó volver, ¿con qué motivo? Pensar, ¿pensar qué?, o ¿en quién? Preguntas y más preguntas absurdas. Optó por destruir aquella nota que leyó queriendo comprender o descubrir, hasta grabarla en su memoria, pero se puso en pie, ya recogería después, volvió a decirse y salió, necesitaba caminar.
Cruzó media ciudad, dos veces. Cansado, vuelve a casa recordando con dolor lo que se añora del pasado pensando que, tal vez, debiera regresar, no a su pretérito recuerdo, sino a las gentes y al lugar que le acogió. Ya en casa, entra en un cuarto iluminado y alcanza, del fondo de un estante, una pesada caja que mira con cierto temor y abre y se libera, mucho después, con cada objeto que toma, con cada foto, mapa, ¿nota?, no recordaba que aquellos que dejó, de aquel lugar de donde vino, tan lejos y tras casi cinco años, llenaron aquella caja, para él, con lo que creyeron le harían volver cuando acabara sus asuntos o enterrara su pasado y esa nota, la misma escrita en verde porque, empezaba a recordar, no fue posible encontrar otro color para decirle, con aquella misma nota que encontrara en sus bolsillos, entre otras, con sus llaves, desdoblándola y cayendo una pequeña foto, no me olvides…

Que bello texto, cuanta ternura transmite.
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Gracias…
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No me olvides… Me quedo con eso.
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