Capricho

Luce el sol con fuerza, es junio y hace calor y llueve ahora de un modo intermitente y débil con rachas de viento que me alivian algo de este bochorno mientras camino y me refresca hasta aquietarse todo, un momento, salvo la vida, tan inquieta, para quizá regresar más tarde, muy poco más, el calor y las rachas de viento cortas, furiosas, y la lluvia.

Todo interviene de un modo intenso a veces, violento y breve, como si un juego fuera, o una lucha, como si nunca en su ahora sí, ahora no, estuvieran, o marchasen para luego volver, quién sabe cómo, los elementos, más fuertes, plenos, queriéndose acabar o agotarse igual que yo me siento después de un largo viaje planeado para mí y que pedí hacer solo y hoy concluye.

Camino sin prisa y me resguardo si la lluvia, o el calor, a media tarde, hasta mi casa, me empapa o me sofoca, con ganas de escribir una respuesta a una, la última, de tus cartas, una de tantas. Quiero escribirte y convencerte de que vuelvas, si no conmigo, a este lugar que ya conoces. Recuerdas bien mis gustos por las cartas porque sé que las esperas, las conservas y contestas, perdidas horas y energías, y no envías por pura inquietud, cosa que te divierte. Tomas esa correspondencia por capricho y lo comprendo, pero el tiempo es breve y lo prolongo, no puedes evitar mi recaída.

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