Miro, a través de la ventana, la luz clara, vespertina, de un suave azul, que languidece distrayéndome de la lectura o invitándome a salir afuera para sentirte o recibirte si es que hoy, por fin, decides regresar después de más de una semana de tu marcha de un viaje, en realidad, de tan solo tres días comenzado una mañana gris, confusa y divertida, rota, sin embargo para mí, tras la llegada de un desconocido, dos besos, un abrazo, la charla apresurada animando a otros dos, saliendo del vehículo que ha de llevarte lejos, tan lejos como quieres de las lluvias hasta el mar, tu casa, tus amigos, olvidándote de mí, mero figurante, hasta olvidar, recuerdas, tus llaves guardadas un momento en mi bolsillo, temiste perderlas y recordar, para olvidarme, con tu llamada, que las recogerías a tu vuelta de tres, solo tres días de un breve permiso de trabajo, mientras yo miro, sigo mirando a través de la ventana, miro la escasa luz de un cielo más azul, que sobrecoge.