Es un instante impresionista, o lluvia o ¿qué más?, se preguntaba mirando a través del cristal donde apoyaba su cabeza e imaginaba, y a la vez parpadeaba, cada vez que un sol con fuerza se colaba entre las ramas de su lluvia, o impresionismo, y sonreía porque era como un pulso, eran la lluvia, el sol, o la pictórica impresión y alguna vez, cuando el bosque no era tal, también alguna casa en busca de atención.
Sentada en su asiento y apoyada en un frío cristal imaginaba un día y otro mientras llegaba a su destino, como todas las mañanas, un viaje de una hora que se repetiría por las noches, un viaje dentro de otro viaje de muy distinta duración y tiempo.
Siempre la misma ruta y todo igual aunque le parecía que a veces era el caos, un rostro, una persecución, alguna casa que, sin esperarlo, aparecía en ese instante y era un continuar, o un comienzo, la historia que ayer dejó inconclusa y hoy podría resolver o cambiar su vida; o quizá la imagen de un futuro, el suyo, que se construía en otra que no quiso renunciar y peleó, pudo aferrarse y vencerse a sí misma, su peor enemiga; o tal vez la verdad que le ocultó durante algunos meses quien le dijera en un susurro amor a otros oídos y todo lo demás lo reservara a gritos para ella.
Sonreía, imaginaba, mientras viajaba a su destino sentada en un asiento al lado de una ventanilla y era una hora, tan solo, de locura.