No pienso, solo observo, no hago nada más, hoy no. Sé qué hora es aunque ignoro el momento exacto de mi viaje, y de mi tiempo dentro de ese otro tiempo, que comienza con mi subida al tren, y mi bajada, durante la mañana en un sentido y más tarde, en sentido contrario, repitiendo, corrigiendo o eliminando mis actos.
Solo observo y es una cosa cada vez, o la misma hipnótica figura o movimiento o sonido que me silencia y aquieta y me permite ver y me regala luces y sombras. Solo observo, no hago nada más, aún no, hasta que algo, alguien, un día, en un instante, se para y se me enfrenta mientras todo aún sigue su ritmo y esto, que me atrapa, se disipa lentamente, y lentamente ingresa el acto, el pensamiento, la pregunta.
De algún lugar surge una línea, alguna sombra, palabras que completan lo que desconozco, y no descubro, con aquello que tomo de uno y otro y otro día y construyo, en una superficie en blanco lo que quiero ver en mi viaje de ida y a mi vuelta. Líneas que se conectan, formas planas esperando luces sombras, unas palabras, frases, porque no hay más, no existe una parada, no hay alguien, no hay puentes, no hay adioses, bienvenidas, todo es, quizá, otra cosa, algo como un anhelo, ahogar una carencia por tan solo un instante, inventarse, creerse, imaginarse otra vida como propia.
Deja una respuesta