Tu voz

Termino de comer y me levanto, cojo el teléfono y te escribo dos, tres mensajes, quiero salir dentro de unos minutos y te cuento lo que siento. Termino, para comenzar con una ducha, el mismo tiempo siempre, las sensaciones, mi protección, mi ritual, una oración, un acto propicio elegir mis ropas y preparar mis cosas, mi bolso con mis libros y cuadernos, llaves, agua, móvil, todo igual y siempre en este orden y una voz, tu voz, que un ruido imita y desconozco su origen, lo mismo, todo, la sombra que al mirar desaparece, la sensación de no estar solo, y todo este silencio. Te sueño y te siento. He de salir y ya está todo y me decido. En un instante escucho de nuevo una voz, tu voz que me nombra y sonrío porque no estás, aún no, lo sé. Me vuelvo loco, pienso, no hay nadie cerca y es sólo mi deseo de encontrarte. Cierro la puerta de mi casa y salgo hacia el coche y ahora sí, ahora me llamas, ahora se repite aquella voz que vino un poco antes, anticipada a tu llamada. Querías hablarme, contarme, mientras recorro unos kilómetros en coche hasta llegar a la ciudad, buscar un sitio, aparcar, encontrarte…

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